La historia
actual de los judíos en Israel es vista, generalmente, como la continuación de
la vida comunitaria de los judíos en Europa Cristiana quienes sufrieron durante
al menos los últimos 1000 años de persecuciones y masacres a manos de los
cristianos hasta el clímax del exterminio total programado por el régimen nazi
de Alemania. La convicción de que la solución para este problema consistía en
reagrupar a los judíos en una región que les permitiera construir un hogar
nacional fue planteada por varios judíos ilustres entre los cuales el más
conocido y nombrado es Teodoro Herzl (Budapest 1860- Edlach, Baja Austria
1904). Para ampliar sobre este tema ver
esta pagina. Ahora bien, es de hacer notar que desde aproximadamente el siglo
XVII la gran mayoría de los judíos en el mundo pertenecía al grupo étnico
Asquenazí (alrededor del 80 %) el resto agrupaba a los judíos sefardíes y del medio
oriente, por ello, para el común de los europeos decir judío significaba
asquenazí. Las comunidades sefardíes sometidas a persecución por la inquisición
se dispersaron por el medio oriente, norte de África, lejano oriente y América
ocultando su identidad y finalmente fundiéndose con el resto de la población
lugareña, salvo un resto que permaneció fiel a sus creencias ancestrales. En
tanto, las comunidades judías (asquenazíes) en norte y centro Europa sometidas
a sitio por los habitantes cristianos se aislaron del mundo exterior
replegándose sobre si mismas, lo cual podría definirse como una especie de
estado de "hibernación" social, religioso y cultural en los llamados
guetos, hasta que con la Revolución Francesa se les permitió integrarse a la
vida económica y social de la región al menos parcialmente y durante un tiempo
pues el odio religioso antisemítico continuo en Europa oriental y Rusia
principalmente y de manera violenta. Esto fue lo que causo el aumento desde el
siglo XVII de la emigración de los asquenazíes hacia la Palestina Otomana y
luego Británica donde se constituyeron en mayoritarios. Al comienzo la
emigración tenia un carácter más bien religioso que nacionalista pero a partir
del siglo XIX con el surgimiento de los movimientos nacionales e ideológicos
adquirió su carácter político claramente identificado con el pensamiento
socialista en sus diversas modalidades. La región bajo dominio Turco
mostraba características distintas que se reflejaba en las comunidades judías
bajo su influencia. El desarrollo social y político de las comunidades
indistintamente permanecía inalterado desde la época de oro del dominio
musulmán, no se desarrollo un proceso equivalente a la Revolución Francesa y la
Ilustración y en consecuencia no hubo movimientos de formación de naciones sino
la continuación del régimen del Califato. Esto incidió en la visión que
tuvieron los judíos mediterráneos de la vida judía en Palestina que estaba
atada a la practica religiosa y no a un desconocido sionismo político europeo pues,
de cualquier manera, podían continuar con sus ritos adaptándose a los altibajos
de su condición de "dhimnis" o pueblo subyugado al Islam tanto en sus
localidades como en la Palestina Turca.
La
concepción política del sionismo era derivada de la concepción de estados
nacionales que surgía en Europa y era planeada para satisfacer las necesidades
de vida de estos judíos europeos. En el caso de las comunidades no-asquenazíes
las cuales vivían en las regiones conquistadas por el Islam, su estatus
socio-económico, político y religioso estaba delineado por las leyes musulmanas
que toleran bajo ciertas condiciones y reglas a aquellos que profesan
religiones monoteístas (como los judíos, cristianos, y otros) En la región
Palestina (que comprendía la actual Israel y Jordania) bajo el Imperio Otomano
y luego bajo dominio del Imperio Británico vivían comunidades judías
originalmente y mayoritariamente no-asquenazíes hasta el siglo XVII cuando se
incrementa la inmigración procedente de Europa Oriental. Lo importante es que
estas comunidades que permanecieron desde la destrucción del Segundo Templo de
Jerusalem y que persistieron en sus creencias y tradiciones
Mosaicas permitieron mantener el marco nacional y religioso que sirvió de base
para acoger las sucesivas inmigraciones de judíos procedentes de otras regiones
de Asia, África y por último de Europa. Este es un punto importante a resaltar
pues las ciudades con connotación religiosa como Jerusalem, Hebrón, Safed, la
región de la Galilea, entre otras, mantuvieron una significativa población de
judíos. Como lo expresa el historiador Ingles James
Parkes:
Durante todos
los siglos siguientes Jerusalem retuvo su centralidad en el pensamiento judío.
Al principio los romanos no les permitían entrar a la ciudad, pero una vez al
año se aglomeraban en el Monte de los Olivos al lado este para atisbar el
sitio. Luego, se les permitió entrar a la ciudad misma y así pudieron
lamentarse ante el Muro el día en que se conmemoraba su destrucción. Solo fue
en el siglo V EC que pudieron establecer su residencia en Jerusalem otra vez.
Durante esos siglos su principal bastión estaba en la Galilea que era casi
totalmente Judía. Los cruzados, en la toma de la ciudad en 1099,
masacraron toda la población Judía, quienes regresaron de nuevo, y desde
entonces la han ocupado continuamente aunque su número se contaba raramente en
más de centenares
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… En 1492 y
1496 las más ricas comunidades judías medievales, las de España y Portugal,
fueron expulsadas por la influencia de la Inquisición. Muchos de los fugitivos
se refugiaron en el Imperio Turco que estaba en su apogeo como potencia y
cultural. El Sultán les había concedido una generosa autonomía en
Tiberiades y en una amplia región adyacente para que se
establecieran los refugiados lo cual era entorpecido por los ataques
constantes de los beduinos. Pero, el pequeño poblado de
Safed, en las montañas de la Galilea, constituyó un refugio más seguro;
allí, y no sólo gracias a Joseph Caro, se uniformó el Judaísmo
Rabinico sino que también evolucionó un nuevo tipo de Misticismo Judío por la
obra de Isaac Luria y sus discípulos que dieron alivio y calidez a las
juderías de Rusia y Polonia durante los sucesivas siglos de persecución y
opresión.
……….
En el siglo
XIX su población comenzó a aumentar y para 1860 era la más numerosa de
las tres religiones... En 1880 superaban a musulmanes y cristianos juntos y en
1905, cuando creció la parte moderna situada fuera de las viejas murallas, ya
eran dos tercios de la población total: 40.000 judíos, 13.000 cristianos y 7000
musulmanes
………..
A diferencia de
otras comunidades en el medio oriente la de la Palestina recibió
permanentemente inmigración de otras partes del mundo judío, oriental y
occidental. Su núcleo básico era una comunidad de estudiantes y ancianos
concentrados en el estudio de los libros sagrados pero con pocas oportunidades
de formar una gran familia ni de encontrar maneras de ganarse la vida. Por
mucho tiempo dependieron de la caridad aportada por comunidades de todo el
mundo Judío. Así sobrevivieron y, cuando aparecía la oportunidad, es
fascinante ver como sacaron ventaja para enraizarse más profundamente a la
patria. Safed era el centro de sabios y místicos pero también desarrolló
una base económica sólida de vida en el tejido de ropa de lana para los
mercados de Palestina y Damasco. Los Judíos de Jerusalem fueron quienes primero
aprovecharon la mejoría en la seguridad en la última mitad del siglo XIX
para tratar de establecer una base para la actividad agrícola judía.
………..
Es en esta
crónica de fortaleza que la justicia del reclamo judío debe buscarse,
incluso aunque los sionistas tontamente lo hayan soslayado en
su propaganda. Fue el sentimiento de una relación continua entre los judíos y
su tierra de origen como pueblo lo que motivo a los Británicos proclamar
la Declaración Balfour.
…..
.El real titulo
que exhiben judíos está en la continuada presencia de comunidades
judías en la región, lo cual tiene una significación global tal
para el pueblo Judío como no la tiene ninguna otra sin importar lo
rica o numerosa que sea.
Mas aún, es esta continuidad histórica la que
hace legitimo considerar el conflicto presente no como natural e inevitable
sino como un infeliz interludio en una larga historia de cooperación la cual
podría ser tan beneficiosa para ambos pueblos y al mundo en general en el futuro
como lo fue antes del estancamiento por siglos de desgobierno que destruyeron
esta región en el pasado.
Los acontecimientos que siguen a la instauración del
Estado de Israel dieron lugar a que las comunidades judías del medio oriente
fueran compelidas a irse perdiendo todas sus posesiones y derechos políticos,
económicos y humanos en general. Esta política de expulsiones se
acentuaron con cada una de las guerras que los estados árabes perdían con
Israel (1948, 1955, 1967, 1974). La mayoría de los casi un millón de judíos
mizrahies que tuvieron que salir de los lugares en los cuales habían vivido
durante dos mil años inmigraron a Israel lo cual alteró la demografía del
naciente nuevo estado. No obstante que estos judíos, provenientes de países
islámicos, constituían solo el 20% de la población judía mundial pasaron a ser
más del 50% de los ciudadanos judíos en Israel. Ya de por si esto indica que
argumentar que Israel es un enclave europeo es irreal. La mayoría de su
población es indígena de la región, se mantuvo su presencia en el tiempo y en
la actualidad su idiosincrasia no es europea sino levantina. El ya citado autor
J. Parkes lo expresa así:
Nadie estaría
más sorprendido por este giro en el desarrollo de Israel que los promotores
originales del Sionismo; pues, los árabes están en lo cierto al decir que
fueron consideraciones europeas las que dieron impulso a la propaganda y
establecimiento sionista entre los años 1917 y 1947. Fue el antisemitismo
cristiano europeo que convencieron a Herzl de que el pueblo judío necesitaba su
propio hogar nacional. Fue el antisemitismo de Rusia, Polonia y luego la
Alemania Nazi quienes expelieron decenas de miles de judíos europeos a
Palestina para reconstruir allí un hogar nacional al cual pudieran
entrar, en palabras de Churchill “por derecho y no por sufrimiento”. Y es
cierto también que se vieron a si mismos como portadores de la superior
civilización europea en las retrasadas regiones del medio oriente.
Alternativamente, pensaron que constituían la generación que “regresaba” a
la Tierra de Israel después de casi dos mil años de exilio, creencia que
convencía sólo a ellos mismos. A pesar de su romanticismo, no es de esperar que
el mundo aceptara tal método para establecer un puente que pasara
por encima de un hueco de dos mil años en la historia ignorando lo que haya
ocurrido entretanto. Pero la peor tragedia esta en que los sionistas fueron
sus peores propagandistas. Ignoraron no solo su argumento más fuerte sino
también su caso real. Ellos no estaban haciendo un puente para unir dos
mil años de historia sino que estaban aumentando una población judía que
nunca había dejado de existir en el país que había sobrevivido
principalmente porque cada sucesivo gobernante musulmán le había reconocido el
derecho a su residencia .Los sionistas ignoraron esta relación vital
probablemente debido a que se oponían al conservatismo religioso del
Judaísmo del este de Europa y veían a los judíos existentes en
Palestina como exponentes del fanatismo religioso que les desagradaba. Pero,
tomando en consideración la reacción árabe, la real justificación de la
presencia sionista en Palestina es que la presencia judía allí era tan grande
como lo permitían los modestos medios d subsistencia en la Tierra de Israel
Entonces, es
indudable que la óptica con la cual se ha enfocado la historia de los
judíos tal como se enseña y pregona es sesgada y parcial pues toma la
historia de la etnia judía – asquenazí como la historia del Pueblo Judío
en total.
Tal como se
aparenta en su narrativa el Israel actual es producto casi exclusivo del
desarrollo histórico de ellos al cual los “otros” judíos se sumaron y
ayudaron a partir de 1948 (de aquí que resalte en negritas la opinión de Parkes
al respecto).
Como ejemplo de
esta visión parcial de la historia: en respuesta a la opinión de una ex
funcionaria del ministerio de educación y dirigente de la comunidad originaria
de Túnez que reclamaba que en los textos estudiantiles no se tomara en cuenta
la importancia básica de las comunidades mizrahies, el Ministro
de Educación de Israel le recuerda que en los textos se refieren a
ellos en algún capitulo y sección de los mismos. Es una falta de visión que se
excluya de la identidad judía en Israel a más del cincuenta por ciento de la
población.
Es de recordar que
siempre se ha tomado a los sefardíes y mizrahies como una masa informe que hay
que modelar. En el caso de los religiosos, y con la anuencia de los mismos
agraviados, se les impone las tradiciones, formas de vestirse y costumbres de
los judíos lituanos. Repito, parte de la culpa recae en los mizrahies y
sefardíes mismos que no supieron mantener sus costumbres tradicionales. En los
años iniciales de la fundación del estado, los jóvenes no-asquenazíes de las
tendencias socialistas eran disfrazados a la usanza de la “joven guardia”
típico de las juventudes comunistas soviéticas.
Hacer descansar
la identidad judía en Israel sobre la visión sionista europea es lo que ha
provocado la confusión de pertenencia grupal no sólo entre los no-asquenazíes.
Solo la integración de las narrativas históricas de los distintos grupos judíos
serviría para cimentar la nacionalidad israelí sobre bases firmes que
justifican el derecho histórico a esa patria y no dedicando un capitulo o
sección a los “otros Judios”