En todo conflicto hay, por supuesto, al menos dos
partes en disputa. La manera como cada una de ellas enfrenta el problema se
refleja en los valores e interpretación de acontecimientos históricos que son trasmitidos
a las nuevas generaciones en escuelas, universidades y academia.
En un libro de texto del undécimo grado utilizado
en Arabia Saudita intitulado "Estudios
del Mundo Musulmán” incluye un
capitulo sobre Palestina y la causa palestina que alude ampliamente a los
judíos, en él se manifiesta que “la
enemistad entre musulmanes y judíos es eterna” (fuente: MEMRI http://www.memri.org/report/en/0/0/0/0/0/0/5896.htm)
En este libro de texto se trata sobre los
orígenes históricos de la actual disputa que enfrenta a judíos y musulmanes, su
carácter netamente religioso y la manera de resolverlo mediante la yihad o
guerra santa tal como la establece el Corán.
A continuación citamos algunos párrafos de este
texto escolar:
“Nuestro
conflicto con los judíos comienza claramente luego de la hijra (la huida de
Mahoma en 622 E.C. de La Meca a Yatrib ,
hoy Medina). Fue entonces cuando los complot y planes contra los primeros
musulmanes comenzaron. Estos musulmanes acometieron yijad prolongado contra los judíos quienes fueron
expulsados de Medina por etapas. La tribu de los Banu Qaynuqa' fue la primera
luego que ocurrió el incidente con la mujer musulmana (De acuerdo a la
tradición musulmana el conflicto comenzó cuando una musulmana visitaba la
tienda en el mercado de un joyero judío quien le pidió que se quitara el velo.
Cuando ella se negó entonces el judío le
aseguro su vestimenta con un alfiler de tal manera que al levantarse
ella quedara desnuda. Un musulmán mato al joyero en retaliación iniciando una
cadena de asesinatos en venganza entre las partes). Posteriormente, la tribu de
los Banu Al-Nadir fue expulsada por intentar asesinar al profeta….. y luego lo
fueron los Banu Qurayza por romper su
pacto con los musulmanes y aliarse con los enemigos mecanos (de la Meca) de
Mahoma para la batalla de Trench (627
E.C)”
El Conflicto entre judíos y árabes es de índole
religiosa
En la Pág. 99
se lee que “Quien estudie la naturaleza del conflicto entre
musulmanes y judíos entenderá un hecho importante, que este es un conflicto
religioso y no una disputa sobre política o nacionalidad o un conflicto entre
razas y tribus o una pelea por unas tierras o un país como lo describen
algunos. Es una enemistad con raíces profundas, un conflicto entre verdad y
falsedad, entre monoteísmo y politeísmo, entre herejía y fe. La enemistad entre
nosotros y todos los judíos no cesara en ninguna circunstancia hasta que ocurra
alguna de estas dos cosas: o ellos se unen a nuestra religión y se convierten
en musulmanes o nosotros abandonamos la
nuestra, Dios no lo permita,…
En este libro de texto se explica (Pág. 92-94) que las características y cualidades
de los judíos están descritas en el Corán
y son negativas en cuanto a su falta de ética y por malinterpretar el
mensaje divino. Afirma que la expresión Judíos e Hijos de Israel aparecen más
de 63 veces en el Corán… además, fue la nación encargada de gobernar a la
tierra, pero Ala les retiro su papel protagonista debido a su corrupción y
destructividad y porque mataron a los profetas.
La razón del odio de los judíos a
los árabes reside en:
“Los judíos celan que el Ultimo de los
Profetas (o sea, Mahoma) haya surgido de
los árabes y no de los Hijos de Israel y ellos saben bien que nuestro maestro,
Mahoma,… era el profeta de Ala…. Una vez que tengamos presente la esencia de
este conflicto y que esta enemistad no puede cesar, entenderemos cuanto nos
confunden aquellos que dicen que este conflicto puede ser resuelto”.
En la Pág. 105 del libro de texto referido
aparece que entre las razones que explican
las derrotas que sufrieron los árabes en las guerras contra los judíos están:
.. el
Islam se apartó del hecho de la
naturaleza religiosa de esta lucha
ocultándolo con llamados y
eslóganes falsos sobre el nacionalismo y el socialismo árabe. Otra razón
estriba en que muchos en la ummah (diáspora, “comunidad
de los creyentes”) ignoraron la esencia puramente religiosa de este
conflicto en el cual los judíos extraen sus principios de sus libros
distorsionados… en tanto nosotros nos asimos al pacto con Ala... somos (los
árabes), como Dios lo describe, la nación mas grande que haya surgido entre el
genero humano y, los judíos, son el pueblo mas cobarde y codicioso como ha sido
comprobado en todos los conflictos con ellos.
“La única forma de liberar a Palestina es
mediante el yijad en el nombre de Ala. Solo con la yijad los musulmanes
conquistaran a Jerusalem y solo con la
yijad dejaron la Palestina los Cruzados”
“El único punto de partida en el manejo del asunto de Palestina seria la fe
absoluta en el Islam y el hecho de que todas las decisiones relacionadas a este
asunto deben derivarse del Islam”
Relato
sobre los acontecimientos en el oasis de Jaibar.
Una versión más detallada sobre
los acontecimientos que originaron que Mahoma expulsara a las tribus Judías de
la península arábiga la encontramos en
el libro “Porqué no soy Musulmán”, cuyo autor es Ibn Warrak. La versión original en
español puede consultarse en http://www.xlugh.com/islamnews/docs/NoMusulman.pdf
De esta obra extraeremos algunos
párrafos referidos a la masacre de Jaibar y sus
antecedentes
Citamos:
En 622 Medina estaba habitada por
diversas tribus judías; las más importantes eran las de Banu Nadir, Banu
Qurayza y Banu Qaynuqa. Había asimismo paganos árabes divididos en dos clanes,
los Aws y los Jazrach. También los judíos estaban divididos, pues los Nadir y
los Qurayza eran aliados de los Aws, mientras que los Qaynuqa lo eran de los
Jazrach. Años de feroces y sangrientas luchas habían dejado a ambos bandos
exhaustos.
Mahoma llegó allí en septiembre
de 622. Según se cuenta, poco después de su llegada logró establecer una
especie de confederación entre los diversos grupos de Medina y los provenientes
de La Meca. Ibn Ishaq describe así el documento conocido como la Constitución
de Medina: “El mensajero de Dios redactó un documento entre los emigrantes
[es decir, los seguidores musulmanes de Mahoma provenientes de La Meca] y los
Ánsar [los nuevos conversos de Medina], en el que se incluía un convenio con
los judíos que reconocía su religión y posesiones y fijaba sus derechos y
obligaciones”.
Según algunos eminentes
estudiosos esta constitución muestra que, ya desde un principio, Mahoma estaba
predispuesto en contra de los judíos. A juicio de Wellhausen, revela «un cierto
recelo hacia los judíos», mientras que Wensinck cree que «Mahoma redactó la
constitución con el único fin de neutralizar la influencia política de los
clanes judíos; estaba ganando tiempo hasta que llegara la oportunidad de
someterlos». Moshe
Gil opina lo siguiente: “Gracias
a su alianza con las tribus árabes de Medina, el profeta adquirió la suficiente
fuerza para ejecutar gradualmente una política antijudía, a pesar de la
renuencia de sus aliados de Medina. [...] De hecho, esta ley inter-tribal [es
decir, la Constitución de Medina] perseguía el propósito de expulsar a los
judíos aun en el momento de su redacción. Por otra parte, el documento no fue
un convenio con los judíos. Por el contrario, era una declaración formal del
intento de separar los clanes árabes de Medina de sus vecinos judíos, que hasta
el momento habían estado a su misma altura.
En un principio Mahoma se vio
obligado a proceder con cautela porque no todos los habitantes de Medina lo
habían recibido bien, y su posición económica era débil. Lo disgustaba
además el hecho de que los judíos no aceptaran su condición de profeta.
Mahoma empezó, pues, a enviar a sus hombres a incursiones de pillaje…..El
propio Mahoma condujo tres expediciones que atacaron sin éxito a caravanas de
La Meca que se dirigían a Siria o regresaban de ésta. El primer éxito sobrevino
en Nakhla, cuando los / musulmanes —esta vez, sin la presencia de Mahoma—
atacaron a los habitantes de La Meca durante el mes sagrado, cuando está
prohibido todo derramamiento de sangre. Mataron a un mecano, tomaron
prisioneros a otros dos, y se llevaron un gran botín a Medina. Pero, para gran
sorpresa de Mahoma, muchos medineses se horrorizaron por la profanación del mes
sagrado. No obstante, Mahoma aceptó un quinto de las ganancias mal habidas y,
para calmar su conciencia culpable, «recibió» convenientemente una revelación
«que justificaba las acciones de guerra aun en los meses sagrados, como un mal
menor que la hostilidad contra el islamismo». El sura 2.217 dice: «Te
preguntarán si es lícito hacer la guerra en el mes sagrado. Responde: hacer la
guerra en ese mes es pecado grave, pero más grave es obstruir el camino hacia
Dios, apartar a los hombres del templo sagrado y expulsar de él a Su pueblo;
esto es más grave que matar.» Mahoma aceptó enseguida un rescate de cuarenta
onzas de plata por cada prisionero.
Más o menos en esta época, el
jefe de los Aws, Saad ibn Mu'adh, decidió apoyar a Mahoma y tomar parte incluso
en las incursiones de pillaje. Así fue como algunos medineses empezaron
lentamente a aceptar a Mahoma, pero los judíos continuaban rechazando su
proclamada condición de profeta y comenzaron a criticarlo, diciendo que algunos
pasajes de sus revelaciones contradecían sus propias escrituras. De nada sirvió
que Mahoma aceptara algunas de las prácticas judías: el profeta comprendió muy
pronto que los judíos representaban un verdadero peligro para su creciente
poder en Medina.
Mientras tanto, Mahoma sólo
estaba esperando una excusa apropiada para atacar a los judíos. Con motivo de
una estúpida riña ocurrida en el mercado, la tribu judía de los Banu Qaynuqa se
vio asediada en su asentamiento. Como bien señala Muir, Mahoma no hizo nada
para solucionar el pequeño incidente que había desencadenado la disputa, por
más que estaba obligado a ello por el tratado de amistad. «Y, si no hubiera
habido una implacable enemistad y la predeterminación de acabar con los
israelitas, las diferencias se habrían superado fácilmente.» Finalmente los
judíos se rindieron, y se hicieron los preparativos para ejecutarlos. Pero el
jefe del clan Jazrach, Abdallah ibn Ubayy, intercedió por ellos y Mahoma, no
sintiéndose lo bastante fuerte para rechazar tal petición, tuvo que consentir.
Los Banu Qaynuqa fueron expulsados de Medina y acabaron por establecerse en
Siria. Sus propiedades se repartieron entre el ejército, después de que Mahoma
hubo recibido su quinto real. En esta ocasión Mahoma recibió los versos que
forman parte del sura 3.12-13: «Di a quienes no creen: "Seréis vencidos y
conducidos al Infierno, ¡y qué infame lugar es éste para habitar en él!"»
A la mañana siguiente del
asesinato de Kab, el profeta ordenó: «Matad a cualquier judío que caiga en
vuestro poder.» Así fue como Muhayyisa ibn Masud se topó con Ibn Sunaya, uno de
los comerciantes judíos con quienes su familia tenía relaciones sociales y
comerciales, y le dio muerte. Cuando su hermano le reprochó su conducta,
Muhayyisa le replicó que, si Mahoma le hubiera ordenado matar a su propio
hermano, él lo habría hecho. Tras esto, su hermano Huwayyisa, que aún no era
musulmán, se convirtió al islamismo diciendo: «¡Una religión que te lleva a
hacer esto es en verdad maravillosa!» Estos asesinatos ilustran fielmente «el
implacable fanatismo en que desembocaron las enseñanzas del profeta».
Necesitado de una victoria,
Mahoma decidió atacar a los judíos de la tribu de Nadir, los cuales, según se
decía, habían manifestado su contento por la derrota sufrida por Mahoma. Con el
pretexto de que había recibido una advertencia divina sobre su intención de
asesinarlo, Mahoma les ordenó marcharse de Medina en un plazo de diez días so
pena de muerte.
Tras un asedio de varias semanas,
los judíos se rindieron y se les permitió marcharse; fueron, pues, a reunirse
con los judíos de Jaybar, sólo para ser masacrados dos años más tarde. El sura
59 se refiere largamente a esta victoria sobre los judíos. El profeta conocía
bien las riquezas de los expulsados Nadir, cuyas tierras se repartieron entre
los musulmanes; la parte que le tocó a Mahoma le permitió independizarse
económicamente.
En 627 los mecanos y sus aliados
atacaron Medina. El asedio duró sólo dos semanas y se conoció más tarde como la
batalla del Foso. La única tribu judía que quedaba en Medina, la de los Banu
Qurayza, contribuyó a la defensa de la ciudad, pero en términos generales se
mantuvo neutral. Aun así se cuestionó su lealtad y, como era de prever, después
del asedio Mahoma se volvió contra ellos. Comprendiendo que no tenían ninguna
posibilidad de sobrevivir, los Banu Qurayza aceptaron rendirse con la condición
de que dejarían Medina con las manos vacías. Mahoma rechazó su oferta y exigió
una rendición incondicional. Los judíos apelaron entonces a su antigua amistad
con los Aws y pidieron que se diera permiso a Abu Lubaba, un aliado de dicha
tribu, para visitarlos. Al preguntarle cuáles eran las intenciones de Mahoma, a
modo de respuesta Abu Lubaba hizo el gesto de cortarse la garganta; con ello
quería indicar que debían luchar hasta el fin ya que lo único que podían
esperar era la muerte. Por último, tras varias semanas, los judíos se rindieron
con la condición de que fueran sus aliados, los Aws, quienes decidieran su
suerte. Éstos se inclinaban por la misericordia, pero Mahoma tomó la
determinación de que la suerte de los judíos fuera decidida por uno de los Aws,
y nombró para ello a Saad ibn Mu'adh. Saad padecía de una herida sufrida en la
batalla del Foso, y sus palabras fueron: «Mi decisión es que se dé muerte a los
hombres, se venda a las mujeres y los niños como esclavos, y se repartan sus
posesiones entre el ejército.» Mahoma hizo propio el veredicto: «En verdad el
juicio de Saad es el juicio de Dios pronunciado desde lo alto de los siete
cielos.»
Durante la noche se cavaron en la
plaza del mercado fosas suficientes para contener los cuerpos de los hombres.
Por la mañana, Mahoma ordenó que condujeran a ella a los cautivos en grupos de
cinco o seis, y él mismo presenció la ejecución. Se hizo sentar a cada grupo al
borde de la fosa destinada a ser su tumba, y allí se los decapitó y se lanzaron
los cuerpos a la fosa. [...] La carnicería, que había comenzado por la mañana,
se prolongó durante todo el día y continuó al atardecer a la luz de las
antorchas. Cuando la plaza del mercado quedó bañada en la sangre de setecientas
u ochocientas víctimas, y tras haber ordenado que alisaran la tierra sobre sus
despojos, Mahoma abandonó el terrible espectáculo para ir a solazarse con los
encantos de Rihana, cuyo marido y todos sus familiares hombres acababan de
perecer en la masacre.
Se dividió el botín, se regaló a
las muchachas jóvenes como esclavas, se vendió a las mujeres y se subastaron
las posesiones. Y, por supuesto, de los cielos llegó una revelación para
justificar el severo castigo impuesto a los judíos; el sura 33.25: «Hizo bajar
de sus fortalezas a los judíos que habían apoyado a aquéllos. Y sembró el
terror en sus corazones. A unos matasteis, a otros hicisteis cautivos.» Los
historiadores modernos han adoptado diferentes posiciones ante tan manifiesta
crueldad, barbarie e inhumanidad.
Después del exterminio de los
judíos de Banu Qurayza, Mahoma prosiguió……Un grupo de los expulsados Banu Nadir
se había establecido en Jaybar, un oasis cercano, y se sospechaba que animaban
a las tribus beduinas a atacar a los musulmanes.
Mahoma ordenó entonces que
mataran al jefe de los judíos, Abi'l Huqayq, y sus hombres lo asesinaron
mientras dormía. Dándose cuenta de que este asesinato no había resuelto sus
problemas, Mahoma trazó un nuevo plan. Envió así una delegación a Jaybar para
persuadir a su nuevo jefe, Usayr ibn Zarim, de que acudiera a Medina para
discutir la posibilidad de ser nombrado gobernante de Jaybar. Se le dieron para
ello solemnes garantías de que su vida estaría a salvo. Usayr partió para
Medina, desarmado, con treinta de sus hombres. En el camino, y con el más fútil
de los pretextos, los musulmanes se arrojaron sobre sus desarmados invitados y
les dieron muerte a todos salvo a uno que logró escapar. A su regreso se
presentaron ante Mahoma, quien, al conocer la suerte corrida por los judíos,
dio las gracias y dijo: «En verdad, el Señor os ha librado de una gente
perversa.» En otra ocasión, Mahoma expresó su concepto de la guerra: «La guerra
es engaño.»
Mahoma y sus hombres atacaron
entonces una a una las fortificaciones que se alzaban en el valle, al tiempo
que gritaban: «¡La victoria será vuestra! ¡Matad, matad!» Las fortalezas fueron
cayendo una tras otra, hasta que los musulmanes llegaron a Jamus, que también
acabó por sucumbir. El jefe de los judíos, Kinana ben al-Rabi, y su primo
fueron conducidos ante Mahoma, quien los acusó de ocultar el tesoro de los Banu
Nadir. Los judíos protestaron que ya no les quedaba nada de aquel tesoro.
Entonces (y cito aquí la venerada biografía del profeta hecha por Ibn Hisham) «Mahoma
puso a Kinana en manos de al-Zubayr, uno de los hombres del profeta, y le
indicó a éste: "Tortúralo hasta extraerle la verdad." Al-Zubayr
encendió con pedernal un fuego en su pecho, hasta que el hombre expiró.
Entonces el enviado [Mahoma] se lo entregó a
Muhammad ibn Maslama, quien lo
decapitó en venganza por su herma-no Mahmud ibn Maslama.»
Luego se atacó a las otras
fortalezas de Jaybar y se las obligó a rendirse con condiciones, «excepto la de
los Nadir, a quienes no se les dio cuartel».