viernes, 28 de octubre de 2011

Una Perspectiva Histórica del Conflicto entre Árabes y Judíos en Tierra Santa

Un documento histórico sobre los orígenes y desarrollo del conflicto entre judíos y árabes en la región Palestina o Tierra Santa es el escrito por el Reverendo James Parkes en 1967 intitulado: “ARABS AND JEWS IN THE MIDDLE EAST: A TRAGEDY OF ERRORS (JUDIOS Y ARABES EN EL MEDIO ORIENTE: UNA TRAGEDIA DE ERRORES)
James Parkes (1896 – 1981) nació en la  Isla de Guernsey en  Channel Islands y fue un clérigo, historiador y activista social. Comenzó en 1929 con la publicación de The Jew and His Neighbour creando las bases para una reevaluación Cristiana del Judaísmo   Durante sus viajes durante la posguerra, visitó el Mandato Británico en Palestina. En 1949 escribió el libro A History of the Peoples of Palestine   WHOSE LAND “(revisado in 1970) publicado por Penguin Books. Se puede descargar la versión en ingles en http://sites.google.com/site/mtevansco/Home/arab-palestinian-conflict-with-israel/parkes.
A continuación se ofrece una traducción libre del Ingles al Español para hacerlo accesible a lectores interesados en este tema tan complejo y que crea debates encendidos.

JUDIOS Y ARABES EN EL MEDIO ORIENTE: UNA TRAGEDIA DE ERRORES. Por James Parkes
Prólogo.
 No es mi intención con este panfleto proponer términos precisos para avanzar en el proceso de paz, en el restablecimiento de los refugiados de ambos lados o en cual seria el futuro de Jerusalem. Mi propósito es el de  establecer un marco histórico que se ajuste a los hechos reales expuestos en la posición tanto de los árabes como de los judíos y sobre la cual estos tres problemas sean resueltos, que el miedo y la angustia puedan ser apartados del oriente medio y que las fronteras entre el mundo Judío y el Arabe, sin importar por donde sean trazadas, puedan ser abiertas y permeables al trafico normal de cultura y comercio. La idea de una  frontera permanente bajo la forma de una zona desmilitarizada - aislando una zona de la otra y patrullada por las Naciones Unidas - solo puede ser provenir de la desesperación.

Una Tragedia de Errores: Reclamaciones Incompatibles.

Siempre ha habido Judíos viviendo en Palestina y en la mayoría de los demás países árabes. Pero, en la segunda mitad del siglo XIX  aconteció un cambio en  las características de las congregaciones  Judías existentes: el ingreso de nuevos inmigrantes provenientes de Europa del este impulsados más por la idea de un renacimiento del Pueblo Judío que por la tradición milenaria  de Tierra Santa como centro religioso. El crecimiento de este movimiento iniciado por los nuevos pobladores fue el que condujo al actual conflicto trágico entre árabes e israelíes.

La historia   política comienza con la Declaración Balfour emitida por el Gobierno Británico en 1917 cuando Palestina era parte aún del Imperio Turco. Tomó la forma de una carta de Arthur (luego Lord) Balfour, quien entones era Secretario de Asuntos Exteriores, a Lord Rothchild considerado dirigente principal de la Comunidad Judía en Inglaterra. Esa carta era corta y se le pedía en ella comunicarle a la Organización Sionista esta declaración  de política gubernamental:

    El Gobierno de Su Majestad  ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un Hogar Nacional para el Pueblo Judío, y ejercitará su mayor empeño para facilitar el logro de este objetivo, debe ser entendido claramente que nada deberá ser hecho que perjudique los derechos civiles y religiosos de las comunidades no-judías existentes en Palestina o a los derechos y estatus políticos que gocen los judíos en cualquier otro país

.Esta política fue aprobada por los gobiernos de Francia, Italia y los Estados Unidos  y la fraseología de la Declaración fue incluida en el Preámbulo del Mandato emitido por la Liga de las Naciones en 1923. El Mandato aumenta la fuerza legal a la Declaración pues  al citarla  y aprobarla hace un reconocimiento explicito de la conexión histórica  del Pueblo Judío con la Palestina fundamentando así la reconstitución de su Hogar nacional en esa región

La reacción árabe a la Declaración Balfour y a todo el texto del Mandato  expresado de manera sencilla fue:

     Palestina es tierra  Arabe la cual no tiene la Gran Bretaña derecho de darla a los judíos.

Los judíos, por otra parte, señalan que la Declaración Balfour era un documento legal confirmado por otros gobiernos y el cual tiene una  validez adicional al ser incorporada en el legalmente incuestionable Mandato de la Liga de las Naciones. De manera simple la óptica Judía es la siguiente:

   Los judíos no han reclamado nada que no les  haya sido concedido  legalmente

Si estas dos posiciones representaran realmente la totalidad de los hechos entonces el rechazo árabe de reconocer todo este asunto estaría justificado moralmente. La legalidad política no es “per-se”  una autoridad moral irrebatible y en ningún caso un documento legal puede convertir en  moral nada que fuera  fundamentalmente inmoral. Sin embargo, hay una esperanza real de entendimiento entre árabes y judíos pues ni la visión árabe ni tampoco la judía, tal como fueron expresadas anteriormente, expresan la verdad total.

Decir que “Palestina es una tierra Arabe” ignora el amplio registro histórico de esta región  aparte de desconocer que  la posición Judía no descansa en la legalidad de dos  documentos del siglo XX sino en una relación histórica única e interrumpida con la Tierra Santa.

Palestina

Basta con observar el mapa para apreciar que difícilmente una región como Palestina pueda describirse adecuadamente  como el país de un solo pueblo. Ella es parte de una región que sirve de puente entre Europa, Asia y Africa. Es un lugar de encuentro inevitable  y reflejará sin duda  el paso o el asentamiento de muchos pueblos.

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento de la Biblia registran más de 1000 años de la historia de esta región  y en ningún momento aparece como solamente Judía, Filistea o Griega. Se mencionan en estos relatos a diferentes pueblos con sus enemistades y alianzas. Hace dos mil años,  el Rey Judío Juán Hircano trato de hacer de hacerla una  nación  puramente Judía. Un milenio después el Emperador Justiniano intento convertirla en exclusivamente Cristiana. Quinientos años mas tarde el Califa Al-Hakim quiso expulsar tanto a judíos como a cristianos para hacerla  totalmente islámica. Pero, ninguna de estas tratativas florecieron y esta región siempre ha sido un sitio de encuentro de muchos pueblos a pesar que, con propósitos políticos,  se haya tratado de aumentar el porcentaje de un elemento étnico en detrimento de los demás.

Palestina era una región árabe-parlante cuando se pronunció la Declaración Balfour con una gran mayoría musulmana pero con apreciables minorías judías y cristianas. La mayoría musulmana comprendía a personas  de la etnia árabe, a otras que eran descendientes de judíos y cristianos convertidos al Islam e incluso algunos descendientes de habitantes pre-israelitas del Neolítico, pero la mayoría de ellos habían inmigrado provenientes de territorios europeos y asiáticos del Imperio Turco.  En la Galilea, por ejemplo, había aldeas Bosnias, Otomanas, Circasianas, Turcomanas y Persas; también se encontraban aldeanos “árabes” provenientes de Egipto o Marruecos. Así que la idea del campesino sedentario enraizado a una franja fija de tierra es producto de la imaginación y así como hubo campesinos que habían venido de otras regiones del Imperio Turco e incluso mas lejos también  podíamos encontrar campesinos palestinos que se habían mudados a otras provincias otomanas debido a pérdida de la cosecha, sequía e incluso endeudamientos. Lo mismo pasaba en los poblados aunque eran más cosmopolitas pues también estaban habitados por gran número de esclavos o ex esclavos africanos además de comerciantes y funcionarios griegos o turcos. Asimismo había también una sustancial población de nómadas (Beduinos),  algunos de ellos convertidos en nómadas recientemente debido a que sus villas fueron destruidas por sus enemigos incluso algunos recuerdan que sus ancestros fueron anteriormente judíos o cristianos mientras otros trazan su linaje a tiempos pre - islámicos

El carácter especial de esta región se revela por el hecho que  gobernantes musulmanes, árabes, kurdos, mamelucos o turcos, han reconocido el derecho   de los Cristianos a venir como peregrinos a  visitar el país y a los Judíos a venir y establecerse aquí, por supuesto que bajo la obligación a someterse a las regulaciones islámicas  para los no-musulmanes y aceptar la humillante condición de inferioridad respecto a los miembros de la religión musulmana. Al final del siglo XIX el Sultán Turco Abdul Hamid abolió este milenario derecho a los Judíos debido a que la mayoría inmigración judía provenía de la Rusia Zarista y este Sultan se sentía abrumado por  la insaciable demanda de privilegios y derechos del gobierno y de la iglesia ortodoxa rusa. Los judíos foráneos podrían aún  establecerse en cualquier parte de su  imperio pero era  renuente a que aumentara el número de rusos que ya habían adquirido grandes propiedades  dentro de Jerusalem y en regiones internas del país

Aparte del breve periodo bajo gobierno cruzado, cuando Jerusalem era la capital del Reino Cristiano (1099  - 1187), Palestina dejo de tener identidad propia luego de la conquista árabe en el siglo VII EC, no tenia fronteras definidas y era un rincón olvidado de un imperio gobernado desde Damasco, Bagdad, El Cairo o, últimamente, Constantinopla. No tenía puertos y hasta finales del siglo XIX  ni tenia carreteras apropiadas para vehículos de ruedas. Por tanto sus habitantes eran atrasados en un mundo en el cual retraso significaba intolerancia y fanatismo. Su fertilidad declinaba continuamente.  El sistema impositivo turco era grandemente injusto y desestimulaba  la agricultura. Los granjeros eran cargados con obligaciones financieras  y en gran parte del país el sistema de posesión de la tierra involucraba cambios bienales en la propiedad de tal manera que un agricultor no era alentado a  enriquecer sus tierras y plantaciones. Adicionalmente, los ataques de los Beduinos y la rivalidad  vecinal, junto al poder  destructivo de los numerosos rebaños de cabras, completaban un proceso que convirtió a mitad del siglo XIX  a un país que fue rico alguna vez en otro que escasamente podría soportar una población de medio millón de personas y los poblados se estancaban  por la falta de comercio e industria. Para finales del siglo XIX  se produjo cierto reavivamiento pero principalmente  producto de fuentes exógenas, Una familia de ricos banqueros libaneses, los Sursok comenzaron a cultivar la originalmente pantanosa planicie de Esdrelon; los Templarios alemanes introdujeron reformas en la agricultura; varios grupos cristianos, católicos y protestantes aumentaron sus escuelas y centros religiosos; y un nuevo tipo de colono judío comenzó a secar y cultivar en tierras incultas.

Cuando los británicos comenzaron a hacer promesas tanto a árabes como a judíos durante la primera guerra mundial debe asumirse  que tenían en mente una amplia región capaz de soportar una población mucho más grande que la existía entonces. Esta región no les era desconocida pues oficiales británicos ya habían levantado mapas de toda ella; sus arqueólogos exploraban continuamente sus antigüedades y los sus clérigos estuvieron en contacto, a través de sus escuelas y hospitales, con sus habitantes de fe musulmana, judía y cristiana. No estaban errados al pensar que, sin importar cuales hayan sido los errores que cometieron,  el problema no surgía del sobrepoblamiento. Palestina fue durante el mandato británico una región de inmigración y no de emigración árabe. La verdadera ofensa para la mentalidad árabe no residía en  el descuido de sus intereses materiales sino en el fracaso, según su criterio, de  realizar las promesas que les fueron hechas y la negativa de transferirles la independencia completa que esperaban

Nacionalismo Arabe.

El nacionalismo árabe era de un relativamente reciente desarrollo cuando estallo la primera guerra. Se centraba en el simple objetivo de liberarse de la persecución, ineficiencia y corrupción del régimen turco. El estancamiento que se extendió por todo el imperio impidió que el movimiento tuviera las raíces culturales profundas que lo podrían haber enriquecido si hubiera sido posible bajo los turcos tener universidades, académicos y todo aquello propio de una sociedad educada. No fue que lo  descartaron sino que no estaban concientes del verdadero carácter de la pasada gran civilización árabe-parlante. Solo se  preocupaban por tener un estado árabe independiente y esperaban que todo el apoyo que recibieran del gobierno o el ejército  británico fuera dirigido a lograr esta meta  El  regateo, los compromisos y la gradualidad propias de la realidad de la vida política les eran intolerables. Las distintas promesas que les hicieron los británicos, quienes las consideraban como posibilidades que emergerían en una situación que aun estaba fluyendo, los árabes consideraron que habían sido rotas intencionalmente por  la política británica de posguerra hacia los judíos.

La insistencia judía sobre los derechos legales.

La actitud de la dirigencia sionista condujo hacia un enfrentamiento inevitable, sin embargo era tan comprensible como la intransigencia de los árabes. Los judíos  para poder residir durante los últimos mil años en países cristianos o islámicos  dependían de obtener un permiso legal escrito. En el mundo islámico  la valides legal recaía en las condiciones descritas en el Corán para “el pueblo del Libro”. Los judíos y cristianos no eran considerados como paganos e idolatras por Mahoma, contra quienes el Islam debe librar guerras sin descanso. Eran “Pueblos del Libro” (o sea, la Biblia) que rezaban a un Dios si bien de manera imperfecta. Eran tolerados pero pagaban elevados impuestos y debían aceptar una posición general de inferioridad respecto a los musulmanes. Se les permitió residir en los paises islámicos menos en la misma península arábiga. En el mundo cristiano su posición dependía de una sucesión de permisos y convenios mediante los cuales los príncipes autorizaban  los asentamientos judíos. Incluso en países donde gozaban  de plenos derechos como ciudadanos  debieron obtenerlos mediante la aprobación de un Acta del Parlamento válida legalmente o un equivalente. Además,  estaban conscientes de que tal Acta podía ser revocada por el mismo cuerpo que la emitió. No era una permanencia inherente o natural. Cualquier sociedad humana que haya experimentado durante mil años esta situación le daría un valor exagerado a la legalidad y lucharía vehementemente contra cualquier desafío a sus derechos legales.

Para los judíos, entonces el texto de la Declaración Balfour y su confirmación por otros gobiernos, era sagrado. Su  encarnación en documentos oficiales de la Liga de las Naciones, el Mandato, dio al reclamo de un Hogar Nacional Judío en Palestina una validez irrevocable. Esto no los hacia anti árabes, aunque ahora es fácil percatarse de que su posición era ilógica. Pero, en gran número de veces reiteraron sinceramente su disposición a sentarse con los árabes para discutir su completa posición sobre la base de que  aceptaran  la Declaración Balfour y el Mandato en el cual fue incorporado. Pero, los árabes con igual sinceridad respondieron que no podían aceptar tal invitación pues no habían sido consultados sobre el tema de esa Declaración. Ellos habían creado un cuerpo suficientemente representativo capaz de hacer una protesta formal sobre los términos del mandato antes que hubiera sido emitido y habían rechazado consistentemente aceptar su justicia. No había nada más que pudieran hacer a lo cual siguió treinta años de frustración y violencia con el Mandato. Si bien su propaganda no era siempre creíble y que fueron a menudo sus peores enemigos al exponer su caso solo demuestra que eran seres humanos que se pueden equivocar. Pero, tampoco se puede creer en toda la propaganda sionista ciegamente.

Las naciones Unidas proponen  una División

En 1947 la insatisfacción tanto de árabes como judíos con la administración británica ocasionó en el debilitado gobierno colonial la determinación de regresar el mandato al ente sucesor de la Liga de las Naciones de quien lo había recibido. Habían fallado completamente  en satisfacer a ninguno de ambos pueblos. Retrospectivamente podemos ver que eso era inevitable aunque también que hicieron mucho tanto por unos como por los otros. El campesino árabe, por primera vez en siglos, salía de deudas; en el país se construyó una red de carreteras, se avanzó en educación, las ciudades fueron limpias y saludables y la justicia se ejerció sin favoritismo.  Los judíos, por su parte, consolidaron tanto sus comunidades que fueron capaces  de tornar su “Hogar nacional”  en un estado viable. Pero, los británicos de hecho crearon dos sociedades incompatibles y la Partición de las Naciones Unidas fue el  reconocimiento inevitable de ello  Desde el punto de vista árabe esto haría permanente e inalterable la injusticia fundamental como consideraban a la presencia judía. Esta resistencia fue una consecuencia infeliz pero natural de su resentimiento.

Los judíos, por su parte, aceptaron el plan de  división aunque recibieron menos  de lo que esperaban. Este plan dividió al país en una especie  de tablero de ajedrez.  En la Galilea los judíos recibieron la parte este y los árabes la oeste; en el centro la posición  era la inversa y fue invertida de nuevo al sur de Jaffa. Hubo dos puntos por los cuales se permitía el paso de una sección a la otra, pero esas porciones deberían haber permanecidas unidas económicamente. Esa solución debería haber funcionado supuesto que la hubieran aceptado ambas comunidades, pero la parte árabe no la aceptó.

Del lado judío había tal impaciencia por tener  algún territorio en el cual pudieran desenvolverse  como en  su propia casa  que realmente aceptarían archivar todas las dificultades para una consideración futura y aceptar que incluso en su casilla del damero habría sobre cuatrocientos mil árabes para medio millón de judíos. Jerusalem, en el plan de las naciones Unidas, estaría bajo control internacional, pero esto no era sustentable pues todo, alimentos, drenajes, comunicaciones, dependería de la cooperación de cada comunidad o de ambas.

La Guerra de 1948-49 y los refugiados árabes.

Ni los árabes palestinos ni tampoco los países árabes vecinos se habían preparado adecuadamente para implementar su rechazo a la Partición; así como tampoco habían hecho ningún intento  para valorar la capacidad de los judíos para resistirse al ataque. Creyeron que su gran superioridad numérica les aseguraba automáticamente  el triunfo. Comenzaron las hostilidades mediante la guerra de guerrillas de manera no oficial antes de finalizar 1947

Y, cuando los británicos desalojaron en mayo de 1948, entonces invadieron oficialmente el área de las colonias judías por todos lados. Las comunidades judías aisladas a las márgenes del Jordan y en los caminos al norte y sur de Jerusalem fueron borradas. Jerusalem quedo aislada pero se mantuvieron  las áreas judías principales en la Galilea, en la planicie marítima y al sur. Cuando las naciones Unidas pudieron imponer una tregua definitivamente la ventaja estuvo del lado de los judíos. El reinicio de la contienda marco éxitos judíos adicionales  incluyendo la lucha por el importante aeropuerto de Lydda. En algunos lugares, los árabes obedecieron el concejo de sus lideres de abandonar sus villas y casas temporalmente hasta que sus ejércitos hubieran empujados a los judíos al mar. En otros lugares huyeron al temer que la masacre de Deir Yassin fuera el preludio de otras más por las fuerzas Judías. En realidad esto fue obra de una pequeña banda terrorista la cual fue deplorada por los líderes oficiales judíos y por la población en general. Pero,  especialmente en las últimas etapas de la guerra y en otros lugares, los árabes fueron expulsados por los soldados judíos que avanzaban. Por estas tres causas se convirtieron en refugiados medio millón de árabes. Sin embargo, por otra parte, alrededor de quinientos cincuenta mil se quedaron. Materialmente, la existencia del problema de los refugiados árabes surgió exclusivamente por la decisión de los árabes de eliminar la presencia judía por la fuerza y no a causa del plan de partición.

Como resultado de la Guerra nació el Estado de Israel con fronteras que fueron producto de la lucha y no del plan de partición. Esto era inevitable pues un país “cuadriculado” podría ser posible solamente si dos conjuntos de  “cuadros”  colaboraran voluntariamente entre si y los árabes pusieron en claro que no reconocerían un estado judío ni le darían cooperación alguna. En consecuencia, Israel capturó y conservó la Galilea occidental y mucho del sur dejando a los egipcios la ocupación de una franja costera alrededor de la ciudad de Gaza y a la Legión Arabe Jordana, entrenada por los británicos, el control de la ciudad vieja de Jerusalem, las tierras altas de Samaria y el área alrededor de Hebrón, las cuales fueron rápidamente incorporadas a la Transjordania por el Rey Abdullah quien cambio el nombre de su reino a Jordania pues su población ahora vivía a ambas márgenes del río

Respecto a Jerusalem ambos bandos rechazaron la idea de de convertirla en un enclave internacional. Los judíos retuvieron luchando heroicamente el control de la ciudad nueva al oeste de la vieja ciudad amurallada plena de sitios sagrados de las tres religiones. La ciudad vieja cayó en manos de Jordania pero Abdullah no la tomo como su capital sino que siguió con Amman situada al lado este del río. Los judíos se comunicaron con la Jerusalem moderna mediante un largo corredor que atravesaba territorio predominantemente árabe.

Cuando se impuso finalmente la tregua fue casi imposible recrear las fronteras propuestas en 1947, pero la Naciones Unidas demandaron que aquellos árabes quienes huyeron y estaban dispuestos a vivir en paz con sus vecinos judíos deberían permitírseles regresar. Esta demandan es citada de manera errónea al omitir la cláusula vital “quienes estuvieran preparados para vivir en paz con sus vecinos judíos”. De hecho muy pocos estaban preparados para hacerlo. Los lideres árabes, al inundar los campos de refugiados con propagando incitando al odio, hacían imposible que el gobierno israelí acogiera mas de algunas decenas de miles que solicitaron reunirse con sus familiares. Aquellos quienes habían sido entrenados abiertamente como terroristas y saboteadores o aceptaran la propaganda de odio difícilmente podrían catalogarse como deseosos de vivir en paz con sus vecinos. No hubo nada más trágico en todo este conflicto que el uso que durante diecinueve años se hizo de estas victimas del conflicto para recordarle al mundo la ira de los árabes 

La Tregua de Diecinueve Años.

El tiempo no ha logrado que las partes se acerquen. Una tregua problemática marcada por  un constante terrorismo árabe y la  represalia judía y por la campaña del Sinaí  hace doce años, persistió hasta la reciente guerra de los seis días. Esto debido en parte a que el sentido de la justicia árabe se reciente aún por la mera existencia de Israel aunque no puede soslayarse que también se debe en parte a la presencia en Egipto de una considerable fuerza de ex nazis expertos en psicología de la propaganda de odio. Cuando se reflexiona sobre las actitudes de los germanos, más experimentados y sofisticados, no sorprende entonces que el mundo árabe y  los refugiados palestinos, menos experimentados,  hayan sido engañados por una propaganda mucho más habilidosa que la del Mufti de Jerusalem antes de la guerra. Su persistencia e inflexibilidad es característicamente alemana, que son cualidades que  contrastan notablemente con las de la  política árabe corriente.

Muchos de estos ex-nazis llegaron a Egipto antes de asumir Nasser el poder pues el Rey Farouk no era amistoso con los británicos y  estuvo dispuesto a darles cobijo. Muchos adoptaron nombres árabes en especial aquellos quienes venían del ministro de propaganda Dr. Goebbels o quienes habían servido en la Gestapo. Material Nazi como los Protocolos de los Sabios de Sión y Mi Lucha de Hitler fueron traducidos al arábigo. (*)

(*)  Distintas informaciones al respecto han sido publicadas  de tiempo en tiempo. La mas autorizada creo que fue en el periódico Patterns of Prejudice de Mayo-Junio 1967 intitulado  Nazis in Cairo, que puede ser obtenido del  the Institute of Jewish Affairs, 13-16 Jacob's Well Mews, George St., London, W.I.)

Para individuos de esta clase  la propaganda anti-israelí  era simplemente la continuación de su lucha anterior contra los judíos  y todo aquello que fuera judío. Pero ello efectivamente  no permitía que hubiera  ninguna discusión de los problemas reales. No dejaba ventana abierta para reexaminar el asunto desde ambos lados.  Mientras Ahmed Shukeiry hacia declaraciones ridículas en las naciones Unidas, mientras el número de refugiados árabes era inflado, mientras los terroristas eran entrenados abiertamente y abastecidos con armamentos y mientras aquellos que deseaban trabajar en los campos o incluso hacer negocios en los países árabes eran obligados a aceptar totalmente el punto de vista “árabe” o sino eran proscritos, aquellos que no siendo ni judíos ni árabes  trataban de ver objetivamente el problema en su totalidad  no podían hacer nada para tratar de hacer la paz entre ambos contendientes.

Los Arabes en el Medio Oriente.

Si la única solución árabe admisible  fuera una “Palestina Arabe con una pequeña minoría Judía que aceptara la posición de inferioridad impuesta a los no-musulmanes en la ley Coránica”  entonces no habría alternativa sino la continua repetición de esta lucha. El pueblo Judío no lo aceptaría obviamente. Pero no es exactamente de esta manera como uno podría construir a partir del pasado. Los judíos actuales  no estarían más dispuestos a aceptar ser ciudadanos de segunda que los árabes a regresar al imperialismo y colonialismo que denuncian constantemente y que hizo de ellos ciudadanos de segunda en sus propios países. Una solución justa solo puede basarse en igualdad y respeto mutuo e involucra que ambos revaloricen  la situación.

La lucha contra Turquía, el aumento generalizado del nacionalismo en los siglos diecinueve y veinte y la consiguiente lucha contra el imperialismo europeo cuya expresión eran  los regímenes impuestos  en  Siria e Iraq y en el “protectorado” británico en Egipto, le dieron una exagerada inclinación política al renacimiento árabe luego de largos siglos de eclipse. Esto  impulsó la aparición de la demanda de una unidad política árabe que había tenido una breve existencia en el pasado y que era irrelevante para las potencialidades y reales necesidades actuales. Esto seria básicamente tan irreal  como que los políticos británicos, suecos, noruegos, daneses, alemanes y holandeses se enfrascasen en una eterna lucha por dominarse unos a otros en nombre de la unidad Nórdica. Una semejanza con el caso mencionado se puede apreciar entre  marroquíes,  argelinos, tunecinos, egipcios, sirios, saudíes, yemenitas  e iraquíes  quienes guardan entre ellos  parecidos en sus características raciales y lingüísticas, si bien presentan una unidad lingüística en el árabe literario y en el Corán la cual no tiene contrapartida en los Países Nórdicos.. Sin embargo, estos vínculos son más culturales que políticos.

El esplendor  árabe en el pasado  era mucho más apropiado para el oriente medio en donde toda el área muestra la misma diversidad interna semejante a  la que describí para la Palestina. Esta es una región abierta al norte, sur, este y oeste; y. la grandeza de los antepasados del los árabes actuales consistió en que crearon una simbiosis maravillosa de un conglomerado de pueblos, culturas y tradiciones. No hay mejor descripción de su génesis que la aportada por el académico americano-árabe Philip Hitti en su obra Historia de los Árabes. El escribe que: “por la conquista del Fértil Creciente y las tierras de Persia y Egipto los árabes tomaron posesión no solo de áreas geográficas sino de los primeros asientos de la civilización  del mundo entero. Así que los hijos del desierto fueron herederos de antiguas culturas con largas tradiciones que se remontan a tiempos greco-romanos, iranios, faraónicos y asiros-babilónicos
En arte y arquitectura, en filosofía, en medicina, en ciencias y literatura, en política, los árabes no tenían nada que enseñar y todo por aprender. ¡Y cuán voraces mostraron ser en este sentido! Con un agudo sentido de la curiosidad y latentes potencialidades no evidenciadas anteriormente, estos árabes musulmanes en colaboración y ayudados por esos pueblos comenzaron a asimilar, adaptar y reproducir su herencia cultural y estética. En Ctesifonte Edesa, Nisibis, Damasco, Jerusalem y Alejandría vieron, admiraron y copiaron las obras de arquitectura, de artesanía, joyería y manufacturas que vieron.  Ellos fueron a todos estos centros antiguos de cultura, observaron y fueron conquistados. Otro ejemplo del vencedor cautivo del conquistado.

La llamada “Civilización Arabe no fue árabe ni en sus orígenes y estructuras fundamentales ni en sus aspectos étnicos básicos. El único aporte árabe reside en la lengua y, en cierto grado, en el campo religioso. A lo largo de todo el periodo del califato fueron los sirios, los persas, los egipcios y otros, como musulmanes conversos o como cristianos y judíos, los principales  portadores de la antorcha de la ilustración y aprendizaje. Pero, los árabes no fueron menos en hacer su propia contribución. Los académicos árabes,  mano a mano con cristianos y judíos, persas e indios desarrollaron la medicina y farmacia, matemáticas, especialmente el álgebra, y fueron pioneros en el estudio de lingüística y gramática analizando y disecando su propio y bello idioma que fue, de hecho, el cemento que unió todas las diferentes contribuciones. Incluso judíos y cristianos escribieron en arábigo, así como en sus propios idiomas, sus tratados de teología y poesía dirigidos a sus correligionarios. Los árabes también lideraron en estudios geográficos debido a las actividades comerciales que los  llevaron a través del océano Indico  a todas las partes de Asia,  y sus rutas de caravanas  exploraron sus más recónditos lugares. Los médicos árabes fueron pioneros en la construcción  de hospitales y servicios así como en salud pública.

No solo fueron las obras las cuales  tomaron de civilizaciones anteriores sino también la cooperación continua con no-árabes y no-musulmanes en la política, en la administración  y la cultura lo que hizo de la civilización resultante una de las más grandes de la historia humana. De los dos mayores autores en medicina uno fue un ex -cristiano  y el otro un ex – zoroástrico. Juan de Damasco, un  ilustrado teólogo cristiano fue también ministro-jefe de un califa.

Lo mismo puede decirse de la participación Judía en la vida árabe a todos los niveles. El embajador entre Carlomagno y Harun Al-Rashid fue un judío. La fuente de información, o desinformación,   más popular sobre el mundo y su pasado, una especie de Herodoto arábigo, fue un judío persa. La concepción del Mahdi, un líder redentor muy prominente en ciertas sectas del Islam, puede ser trazada a la influencia de un judío yemenita. El tratado científico más antiguo en lengua arábiga., un tratado de medicina, fue la  traducción de la obra  de un egipcio cristiano realizada por un medico judío persa. Estos ejemplos podrían multiplicarse cientos de veces  Muchos de estos hombres probablemente aceptaron nominalmente al Islam. Esto les haría la vida más fácil sin tener que cambiar mucho su pensamiento religioso.

En el norte del Africa y especialmente en la España musulmana, sin embargo, los académicos judíos ocuparon toda clase de puestos sin tener que profesar el Islam. El gran sabio Maimónides fue médico de la corte de Saladino. Los judíos sirvieron como embajadores, visires, ministros de finanzas y en otras posiciones, mientras que otros artesanos estaban al servicio de las cortes debido a su excelencia.  Los últimos sobrevivientes son los joyeros judíos yemenitas  quienes continúan actualmente en Israel sus creaciones.

Los Judíos y el medio Oriente.

Debido a que esto se escribe en 1967 y no en 1917 o 1947, es útil comenzar recordando que la población judía en Israel esta compuesta en la actualidad en más de la mitad por judíos del medio oriente quienes en sus tres mil años de historia, en su mayoría, no tuvieron contacto ninguno con Europa. Ellos son, de hecho, con la posible excepción de los coptos, identificados como  el pueblo más antiguo de todo el medio oriente.  El Antiguo Testamento registra su presencia en Siria y Líbano, fueron exiliados en lo que se conoce hoy como Irak,  fueron miembros fundadores de la población de Alejandría, su tradición en el Yemen se remonta a la época del rey Salomón

Estos judíos se sintieron poco motivados por la emergencia del Sionismo, pues, al igual que los árabes, languidecían bajo el desgobierno turco. Pero, el resentimiento causado por el establecimiento de Israel y la derrota de las intentonas árabes de echar los judíos al mar los colocó en una posición insostenible en la región que habitaban. En cierta medida fueron penalizados oficialmente y expuestos a la violencia de las muchedumbres; su falta de derechos e igualdad bajo el régimen islámico  los obligó a escapar, y muchos lo hicieron, algunos con pesar, hacia Israel. Pero, ellos están allí ahora y son un factor político importante en la situación presente. Adicionalmente, la Guerra de los Seis Días ha añadido centenares de miles de judíos del norte del Africa, Egipto y otros países árabes al total de refugiados en el medio oriente.

Nadie estaría más sorprendido por este giro en el desarrollo de Israel que los promotores originales del Sionismo; pues, los árabes están en lo cierto al decir que fueron consideraciones europeas las que dieron impulso a la propaganda y establecimiento sionista entre los años 1917 y 1947. Fue el antisemitismo cristiano europeo que convencieron a Herzl de que el pueblo judío necesitaba su propio hogar nacional. Fue el antisemitismo de Rusia, Polonia y luego la Alemania Nazi quienes expelieron decenas de miles de judíos europeos a Palestina para reconstruir  allí un hogar nacional al cual pudieran entrar, en palabras de Churchill “por derecho y no por sufrimiento”. Y es cierto también que se vieron a si mismos como portadores de la superior civilización europea en las retrasadas regiones del medio oriente. Alternativamente, pensaron que constituyan la generación que “regresaba” a la Tierra de Israel después de casi dos mil años de exilio, creencia que convencía sólo a ellos mismos. A pesar de su romanticismo, no es de esperar que el mundo aceptara  tal método para establecer un puente  que pasara por encima de un hueco de dos mil años en la historia ignorando lo que haya ocurrido entretanto. Pero la peor tragedia esta en que los sionistas fueron sus peores propagandistas. Ignoraron no solo su argumento más fuerte sino también su caso real. Ellos no estaban haciendo un puente para unir dos mil  años de historia sino que estaban aumentando una población judía que nunca había dejado de existir en el país que había sobrevivido principalmente porque cada sucesivo gobernante musulmán le había reconocido el derecho a su residencia .Los sionistas ignoraron esta relación vital probablemente debido a que se oponían al conservatismo religioso del Judaísmo  del este de Europa y veían a los judíos existentes en Palestina  como exponentes del fanatismo religioso que les desagradaba. Pero, tomando en consideración la reacción árabe, la real justificación de la presencia sionista en Palestina es que la presencia judía allí era tan grande como lo permitían los modestos medios d subsistencia en la Tierra de Israel

El que los judíos estuvieran finalmente reducidos a una existencia de gueto en cuatro ciudades: Jerusalem, Tiberiades, Safed y Hebrón se debía por completo a la  anarquía y desgobierno  imperantes. Fue inseguro por siglos para los judíos vivir en pueblos e incluso transitar libremente por el territorio.  No tenía nada que ver con el tratamiento de los judíos en Europa del cual la población local era ignorante.

No tenían culpa los judíos que su presencia en Palestina no fuera tan notoria como lo era la Cristiana en el Líbano. Si lo hubiera sido entonces la Declaración Balfour habría causado conflicto y oposición árabe.; pero ella no originó tal furia e intolerable sentimiento de injusticia. El real titulo que exhiben judíos está en la continuada presencia de comunidades  judías en la región, lo cual  tiene una significación global tal  para el pueblo Judío como  no la tiene ninguna otra  sin importar lo rica o numerosa que sea.

Cuando la autonomía Judía fue destruida por los romanos en el 70 y 135  de la era común (EC), la comunidad Judía más rica y numerosa estaba en Alejandría. Pero, no fueron los judíos alejandrinos  sino la pequeña comunidad de rabinos y sus discípulos en Yabne, al sur este de Jaffa, quienes desarrollaron un Judaísmo, el cual era independiente del Templo y de la unidad geográfica,  que capacito al Judaísmo y a los judíos para sobrevivir en su larga dispersión  

Cuando las sucesivas oleadas de los nómadas Turcos y Mongoles invadieron Mesopotamia y destruyeron la prosperidad de los poblados centros Judíos, descendientes de los exilados a  Babilonia que  habían producido el Talmud y sus comentarios, fue el remanente de  los sabios Judíos en la Galilea quienes realizaron el trabajo esencial de revisar y estandarizar el texto de la misma Biblia ofreciendo al mundo Judío y Cristiano el texto que usamos en la actualidad y que fundamenta en mucho la semejanza en la erudición  de  los Judíos en el mundo Musulmán  y en la Europa Cristiana.

En 1492 y 1496 la mas ricas comunidades judías medievales, las de España y Portugal, fueron expulsadas por la influencia de la Inquisición. Muchos de los fugitivos se refugiaron en el Imperio Turco que estaba en su apogeo como potencia y cultural. El Sultán les había concedido una generosa autonomía en  Tiberiades y en una   amplia  región adyacente para que se establecieran los refugiados lo cual  era entorpecido por los ataques constantes de los beduinos. Pero,  el pequeño  poblado de Safed,  en las montañas de la Galilea, constituyó un refugio más seguro; allí, y no sólo gracias a Joseph Caro,   se uniformó el Judaísmo Rabinico sino que también evolucionó un nuevo tipo de Misticismo Judío por la obra de Isaac Luria y sus discípulos que dieron alivio  y calidez a las juderías de Rusia y Polonia durante los sucesivas siglos de persecución y opresión.

A diferencia de otras comunidades en el medio oriente la de la Palestina recibió permanentemente inmigración de otras partes del mundo judío, oriental y occidental. Su núcleo básico era una comunidad de estudiantes y ancianos concentrados en el estudio de los libros sagrados pero con pocas oportunidades de formar una gran familia ni de encontrar maneras de ganarse la vida. Por mucho tiempo dependieron de la caridad aportada por comunidades de todo el mundo Judío. Así  sobrevivieron y, cuando aparecía la oportunidad, es fascinante ver como sacaron ventaja para enraizarse más profundamente a la patria. Safed era el centro de sabios y místicos pero también desarrolló  una base económica sólida de vida en el tejido de ropa de  lana para los mercados de Palestina y Damasco. Los Judíos de Jerusalem fueron quienes primero aprovecharon  la mejoría en la seguridad en la última mitad del siglo XIX para tratar de establecer una base para la actividad agrícola judía.

Finalmente, a pesar de todas las dificultades y contratiempos y del continuo conflicto irresuelto con los árabes, fue la judería del mandato quien fue capaz de  hacer más para rescatar y asistir espiritualmente a las victimas del Hitlerismo y de la Segunda Guerra Mundial. La infinitamente más numerosa y poderosa judería americana solo pudo aportar los fondos.

Es en esta crónica de fortaleza  que la justicia del reclamo judío debe buscarse, incluso  aunque  los sionistas tontamente  lo hayan soslayado en su propaganda. Fue el sentimiento de una relación continua entre los judíos y su tierra de origen como pueblo lo que motivo a los Británicos  proclamar la Declaración Balfour. 

Mas aún, es esta continuidad histórica la  que hace legitimo considerar el conflicto presente no como natural e inevitable sino como un infeliz interludio en una larga historia de cooperación la cual podría ser tan beneficiosa para ambos pueblos y al mundo en general en el futuro como lo fue antes del estancamiento por siglos de desgobierno que destruyeron esta región en el pasado.

JERUSALEM

 Lo que es especial de Jerusalem no es que este repleto de lugares sagrados sino que es el único lugar en el cual las tres religiones monoteísta, judaísmo cristianismo e Islam, están por igual en casa. En cualquier otro lugar del mundo una religión seria la anfitriona y las otras las invitadas. En Jerusalem cada una esta presente por derecho propio. Lo cual no significa que juegue el mismo papel en cada religión, cada una tiene su razón especial para venerarla.

JERUSALEM JUDIA.

Esta historia comienza inevitablemente con el Judaísmo. El Rey David conquisto la ciudad de los Jebuseos en el 1000 a. EC y la convirtió en su capital. Al norte de esta pequeña ciudad amurallada hay un lugar más o menos elevado llamado Sión en el cual su hijo, Salomón, construyo el Primer Templo estable para el Dios de Israel. Previamente, el lugar santo era el “Tabernáculo” asemejado a una tienda de campaña, recuerdo de los días de  vida nómada durante la huida de Egipto

Desde ese tiempo en adelante Jerusalem gozó de una creciente veneración en el pensamiento Judío. Es difícil saber si fue la ciudad que le dió la santidad al Templo o si fue el templo a la ciudad. Los nombres “Sión y “Jerusalem” son intercambiables en el profeta y en el salmista. El famoso lamento del exilio en Babilonia comienza:

                En las riveras de Babilonia, allí nos sentamos, si, nos lamentamos
                                           Cuando recordamos Sión;

Y, unos a pocos versos posteriores,  aparecen las bien conocidas líneas:

                                
                                  Si te olvidare, ¡oh! Jerusalem,
                                  pierda mi diestra su destreza.      


El templo de Salomón fue destruido por los babilonios y reconstruido por Nehemías cuando algunos de los exiliados de Babilonia retornaron en el siglo V AEC. Fue reconstruido con mucha mayor magnificencia por Herodes El Grande en la época del nacimiento de Cristo. El santuario mas sagrado para los judíos es el Muro de los Lamentos, o muro occidental, que  es lo que queda de las murallas construida por Herodes que encerraban el área del Templo. El lugar donde se supone estaba el templo está ocupado por edificaciones musulmanas pero, de todas maneras, los judíos religiosos rechazan entrar a esa área  en parte por la posible presencia bajo el pavimento actual de sepulturas de caídos en la última defensa desesperada del sitio contra las legiones romanas en el 70 EC  y, principalmente, porque se desconoce la ubicación exacta del lugar más sagrado en el interior del templo: el mas Santo de los lugares Santos, donde sólo el Gran Sacerdote podía entrar solo una vez al año. Un judío piadoso no osaría pisarlo.

Durante todos los siglos siguientes Jerusalem retuvo su centralidad en el pensamiento judío. Al principio los romanos no les permitían entrar a la ciudad, pero una vez al año se aglomeraban en el Monte de los Olivos  al lado este para atisbar el sitio. Luego, se les permitió entrar a la ciudad misma y así pudieron lamentarse ante el Muro el día en que se conmemoraba su destrucción. Solo fue en el siglo V EC que pudieron establecer su residencia en Jerusalem otra vez. Durante esos siglos su principal bastión estaba en la Galilea que era casi totalmente Judía. Los cruzados, en la toma de  la ciudad en 1099, masacraron toda la población Judía, quienes regresaron de nuevo,  y desde entonces la han ocupado continuamente aunque su número se contaba raramente en más de centenares  

En el siglo XIX  su población comenzó a aumentar y para 1860 era la más numerosa de las tres religiones.. En 1880 superaban a musulmanes y cristianos juntos y en 1905, cuando creció la parte moderna situada fuera de las viejas murallas, ya eran dos tercios de la población total: 40.000 judíos, 13.000 cristianos y 7000 musulmanes.

El heroísmo de los defensores de Jerusalem en la Guerra de independencia y el heroísmo de aquellos que, abriéndose paso por las colinas,  lucharon para tener abastecidos de alimentos y armas a los defensores  y  así evitar que fuera sitiada por hambre y se rindiera,  añade otra página al lugar de Jerusalem en los corazones judíos

Aparte que el Muro de los Lamentos es el principal Lugar Santo  Judío hay también antiguas sinagogas, tumbas de Sabios famosos y un antiguo cementerio en las lomas del Monte de los Olivos. La completa vandalización  de todos estos santuarios por los jordanos es una de las mas tristes, por ser sórdido e innecesario, pruebas de el odio de los árabes.

Jerusalem Cristiana.

Ya se menciono que casi todos los gobernantes musulmanes permitieron a los cristianos foráneos visitar Jerusalem en peregrinación.  Les convenía pues así obtenían considerables beneficios económicos de los guardianes de los lugares santos Cristianos y de los peregrinos que los visitaban. Los cristianos residentes en Jerusalem eran súbditos  turcos, principalmente y por tanto miembros de la Iglesia Ortodoxa Griega  e Iglesias Orientales.  A partir de la división del mundo Cristiano siempre hubo rivalidad, a veces violenta, por la posesión o uso de los lugares santos.   .

La peregrinación como actividad fue reforzada por el flujo de nuevos miembros que se adhirieron a la Iglesia una vez reconocida como  religión en el Imperio Romano y fue adoptada por el mismo Emperador Constantino El Grande.

Previamente, hay poca evidencia de interés en Jerusalem. De hecho su obispo estaba subordinado al de Cesárea en el patriarcado de Antioquia y solo seria en el siglo V que se convirtió en patriarcado por derecho propio. Constantino construyó una bella Iglesia en el sitio supuesto de la crucifixión y  resurrección de Cristo. Ha sufrido múltiples destrucciones y reconstrucciones y es ahora el gran complejo de templos  conocido como la Iglesia del Santo Sepulcro.que es parcialmente una edificación cruzada, parcialmente una reconstrucción rusa del siglo XIX y en parte restauración moderna. Sus guardianes principales son el Patriarcado Ortodoxo Griego y los Franciscanos quienes representan los intereses del la Cristiandad occidental, pero muchas Iglesias menores orientales tienen definidos cuidadosamente sus derechos dentro del complejo. Las interrelaciones entre las distintas Iglesias se rigen por un complicado estatuto  turco del siglo XVIII que estableció un alegado “status quo”  que fue mantenido por los británicos y luego por Jordania.

Además del Santo Sepulcro hay, por supuesto, otros sitios sagrados en la ciudad, así como la calle por la cual se cree que Cristo recorrió entre el sitio romano del juicio y el sitio del Calvario. Al sur-oeste de la ciudad amurallada hay un barrio enteramente  armenio con la Catedral de San James y el patriarca Armenio. A las afueras de las murallas están otros santuarios, en especial, la Iglesia de la “Tumba de la Virgen” y el Jardín de Getsemaní. A pocas millas al sur de Jerusalem  se encuentra la iglesia de la Natividad de Belén donde las diferentes Iglesias tienen derechos establecidos en el “status quo”.

Alrededor de estos antiguos santuarios se han agrupado muchas organizaciones cristianas, ordenes Católico-Romanas de hombres y mujeres, un arzobispado Anglicano, iglesias Protestantes, hospitales y escuelas aunque ninguna de estas ultimas reclaman derechos en el status quo oficial que rige los “Lugares Santos”.

Jerusalem Musulmana

La santidad de Jerusalem a los ojos del fundador del Islam residía en que era el santuario central de las dos antiguas religiones monoteístas. Fue debido a que en esta ciudad estaba el sitio del Templo Judío  que la escogió como el escenario  de su milagrosa ascensión al cielo.

Inicialmente quiso que también fuera  el santuario central del Islam pero la conquista de La Meca puso en sus manos el antiguo santuario árabe de la Kaaba de esa ciudad. La Meca se convirtió en la primera ciudad santa, en segundo lugar esta Medina, también en Arabia,  donde fue enterrado y Jerusalem ocupa el tercer lugar. Los santuarios musulmanes se concentran en el área del gran recinto  del templo de Herodes conocida como Haramash-Shad, el noble santuario. En el sitio del templo el califa Abd al-Malik  construyó con la ayuda de arquitectos bizantinos el exquisito templo (que no es mezquita) del Domo de la Roca, restaurado magníficamente ahora bajo auspicios de los jordanos.

Al sur del Domo de la Roca esta la mezquita al-Aksa, que era originalmente el convento de la Iglesia de los Caballeros Templarios cuando los cruzados ocuparon Jerusalem. El Haram contiene también santuarios menores y modestos centros de piedad y estudio.  Jerusalem siempre fue un centro de veneración y peregrinación y nunca ha sido capital política bajo el Islam; su nombre musulmán es al-Kuds (el santuario); las capitales originales de los árabes estuvieron en Tiberiades y Lydda (luego en Ramle)

Los regentes musulmanes nunca impidieron que los judíos y cristianos vivieran en la ciudad. De hecho, como ya se mencionó, los musulmanes eran sobrepasados numéricamente por los miembros de otras religiones en tanto la presencia de cónsules europeos  diera cierta seguridad. Cada comunidad tenía su propio barrio, los musulmanes se congregaban alrededor del Haram al Sharif (Cúpula de la Roca), los judíos, quienes ocupaban primero una posición al noreste de la ciudad, se agruparon en el área sur cercana al Muro de los Lamentos. Los cristianos ocupaban la región norte y la mitad oeste con sus numerosos conventos y otros edificios y con una población permanente cristiana

La Situación Actual

La ciudad tiene unas maravillosas murallas construidas en el siglo XVI por el Sultan Soliman el Magnifico  que contiene la mayoría de los Sitios Santos de las tres religiones. Por tanto debería ser fácil la creación de un régimen especial, similar al que rige para la ciudad del Vaticano. Por supuestos hay algunos santuarios fuera de las murallas siendo el más importante la iglesia de la Natividad en Belén. Pero igual ocurre con propiedades del Vaticano situadas fuera de su propia área  como la iglesia de Letrán en la misma Roma o Castel Gandolfo situada fuera de la ciudad, etc. El argumento para internacionalizar toda la ciudad y áreas circundantes es muy débil. El argumento de instaurar algún tipo de administración religiosa en el cual cooperarían las tres religiones equitativamente abriría una nueva página en cada una de ellas así como en la religión en general.

CONCLUSION.

Me he referido casi exclusivamente en estas páginas a la historia  debido a que los hechos históricos reales son la única base real para una solución. Es muy superficial argumentar como hacen algunos que “Israel existe y los árabes deberían ser lo bastante realista para aceptar que esto no puede ser cambiado” La naturaleza humana en este aspecto es la misma en todas partes y que  la sensación de injusticia puede irritar por siglos, basta con ver las relaciones entre Irlanda e Inglaterra o entre Francia y Alemania  respecto a Alsacia-Lorena y muchos otras casos para advertir que es así. No es una censura ni a la integridad ni al realismo árabe insistir en que si la presencia de las comunidades judías como un socio igualitario  en  la vida del medio oriente  no es vista como justa entonces ninguna solución impuesta por Israel o por las Naciones Unidas  tendría valor permanente.

Use el término “comunidad Judía  como socio igual” cuidadosamente porque la importancia  de la Historia no implica que se pueda simplemente  recrear el pasado mecánicamente. Siempre hubo judíos en todos los países musulmanes de oriente medio pero como ciudadanos de tercera clase. Es cierto que en dos aspectos importantes fueron tratados mejor que a los judíos en el mundo cristiano. Ho hubo la vilficación constante del Judaísmo que es una de las desgracias de la Cristiandad y no hubo masacres ni expulsiones exceptuando de la península arábiga. Pero, aparte de unos pocos ricos mercaderes, quienes incluso tampoco gozaban de seguridad permanente, estaban sometidos a una humillación constante sin la menor posibilidad de mejorar. Hoy en día, cuando la identidad de un pueblo se expresa lógicamente como un estado independiente perteneciente a la comunidad internacional, es una expresión de la identidad judía  perfectamente legitima que ellos  formen uno de los pueblos independientes del medio oriente. 


La realización de esta razonable necesidad podría haber sido extremadamente difícil si no hubiera habido el espacio físico para un pueblo independiente. Pero, entre todos los argumentos nadie ha declarado que no hay territorio para el pueblo judío  ni siquiera que su concentración en un territorio con el cual tienen asociaciones históricas únicas implicara que automáticamente los árabes deban irse.  No debe olvidarse que Palestina era  durante el Mandato  una región de inmigración árabe y que los judíos estaban preparados para realizar su independencia dentro de las fronteras establecidas por la ONU en 1947 sin pedirle ni a un solo árabe que abandonara el país o que aceptara ser ciudadano de segunda. Esto podría parecer excesivamente idealista o quijotesco  de su parte, pero no hay razones para creer que la inmensa mayoría de los judíos del nuevo estado no habrían hecho todos los esfuerzos para que fuera así. De hecho, hubiera sido valioso para la región entera que así fuera pues los judíos no son la única minoría con una identidad primordial y preciosas tradiciones en lo que  de manera imprecisa se llama el “Mundo Arabe” Casi todos los estados independientes en el oriente medio deberán finalmente resolver el problema de la relación mayoría-minoría de manera que les parezca justo a las minorías.  

De manera amplia, no importaría tanto por donde se tracen  las fronteras políticas entre Israel y sus vecinos;  el asunto importante seria que fueran abiertas al flujo normal comercial, turísticos y de relación cultural lo cual significa que sean reconocidas en general como razonables. “Reconocidas en general” da a entender que si bien un  individuo común y corriente se podría ver afectado en su día a día, en sus derechos y necesidades por este proceso,  ellos no deben ser considerados como los de primera importancia. Esto es así no solo en el caso de judíos y árabes sino también en cualquier parte del mundo donde se apliquen  ajustes sobre esta base aun cuando tome tiempo y paciencia lograr lo que seria considerado como justo.

En el caso de Jerusalem no continuaré discutiendo sobre “algún tipo de administración religiosa” porque veo difícil imaginar con precisión como podría ser establecido y mantenido. La santidad de esta ciudad se manifiesta no en un “pueblo santo” sino en los “lugares santos”,  y ninguno sustituye permanentemente al otro.

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