miércoles, 21 de diciembre de 2011

La Convivencia Judio-Arabe: ¿Mito o Realidad? (IV)

La Optica  Musulmana del Conflicto en Tierra Santa

En todo conflicto hay, por supuesto, al menos dos partes en disputa. La manera como cada una de ellas enfrenta el problema se refleja en los valores e interpretación de acontecimientos históricos que son trasmitidos a las nuevas generaciones en escuelas, universidades y academia. 

En un libro de texto del undécimo grado utilizado en Arabia Saudita intitulado "Estudios  del Mundo Musulmán” incluye  un capitulo sobre Palestina y la causa palestina que alude ampliamente a los judíos,  en él se manifiesta que “la enemistad entre musulmanes y judíos es eterna” (fuente: MEMRI http://www.memri.org/report/en/0/0/0/0/0/0/5896.htm)

En este libro de texto se trata sobre los orígenes históricos de la actual disputa que enfrenta a judíos y musulmanes, su carácter netamente religioso y la manera de resolverlo mediante la yihad o guerra santa tal como la establece el Corán.

A continuación citamos algunos párrafos de este texto escolar: 

 “Nuestro conflicto con los judíos comienza claramente luego de la hijra (la huida de Mahoma en 622 E.C.  de La Meca a Yatrib , hoy Medina). Fue entonces cuando los complot y planes contra los primeros musulmanes comenzaron. Estos musulmanes acometieron yijad  prolongado contra los judíos quienes fueron expulsados de Medina por etapas. La tribu de los Banu Qaynuqa' fue la primera luego que ocurrió el incidente con la mujer musulmana (De acuerdo a la tradición musulmana el conflicto comenzó cuando una musulmana visitaba la tienda en el mercado de un joyero judío quien le pidió que se quitara el velo. Cuando ella se negó entonces el judío le  aseguro su vestimenta con un alfiler de tal manera que al levantarse ella quedara desnuda. Un musulmán mato al joyero en retaliación iniciando una cadena de asesinatos en venganza entre las partes). Posteriormente, la tribu de los Banu Al-Nadir fue expulsada por intentar asesinar al profeta….. y luego lo fueron  los Banu Qurayza por romper su pacto con los musulmanes y aliarse con los enemigos mecanos (de la Meca) de Mahoma para la batalla de  Trench (627 E.C)”
El Conflicto entre judíos y árabes es de índole religiosa

En la Pág. 99  se lee que “Quien estudie la naturaleza del conflicto entre musulmanes y judíos entenderá un hecho importante, que este es un conflicto religioso y no una disputa sobre política o nacionalidad o un conflicto entre razas y tribus o una pelea por unas tierras o un país como lo describen algunos. Es una enemistad con raíces profundas, un conflicto entre verdad y falsedad, entre monoteísmo y politeísmo, entre herejía y fe. La enemistad entre nosotros y todos los judíos no cesara en ninguna circunstancia hasta que ocurra alguna de estas dos cosas: o ellos se unen a nuestra religión y se convierten en musulmanes  o nosotros abandonamos la nuestra, Dios no lo permita,…

En este libro de texto se explica (Pág.  92-94) que las características y cualidades de los judíos están descritas en el Corán  y son negativas en cuanto a su falta de ética y por malinterpretar el mensaje divino. Afirma que la expresión Judíos e Hijos de Israel aparecen más de 63 veces en el Corán… además, fue la nación encargada de gobernar a la tierra, pero Ala les retiro su papel protagonista debido a su corrupción y destructividad y porque mataron a los profetas.

La razón del odio de los judíos a los árabes reside en:

“Los judíos celan que el Ultimo de los Profetas (o sea,  Mahoma) haya surgido de los árabes y no de los Hijos de Israel y ellos saben bien que nuestro maestro, Mahoma,… era el profeta de Ala…. Una vez que tengamos presente la esencia de este conflicto y que esta enemistad no puede cesar, entenderemos cuanto nos confunden aquellos que dicen que este conflicto puede ser resuelto”.
En la Pág. 105 del libro de texto referido aparece que  entre las razones que explican las derrotas que sufrieron los árabes en las guerras contra los judíos están: 

 .. el Islam se apartó del hecho  de la naturaleza religiosa de esta lucha  ocultándolo con  llamados y eslóganes falsos sobre el nacionalismo y el socialismo árabe. Otra razón estriba en que muchos en la ummah (diáspora, “comunidad de los creyentes”) ignoraron la esencia puramente religiosa de este conflicto en el cual los judíos extraen sus principios de sus libros distorsionados… en tanto nosotros nos asimos al pacto con Ala... somos (los árabes), como Dios lo describe, la nación mas grande que haya surgido entre el genero humano y, los judíos, son el pueblo mas cobarde y codicioso como ha sido comprobado en todos los conflictos con ellos.

“La única forma de liberar a Palestina es mediante el yijad en el nombre de Ala. Solo con la yijad los musulmanes conquistaran a Jerusalem  y solo con la yijad dejaron la Palestina los Cruzados”
“El único punto de partida en el manejo del asunto de Palestina seria la fe absoluta en el Islam y el hecho de que todas las decisiones relacionadas a este asunto deben derivarse del Islam”

Relato sobre los acontecimientos en el oasis de Jaibar.

Una versión más detallada sobre los acontecimientos que originaron que Mahoma expulsara a las tribus Judías de la península arábiga  la encontramos en el libro “Porqué no soy Musulmán”, cuyo  autor es Ibn Warrak. La versión original en español puede consultarse en http://www.xlugh.com/islamnews/docs/NoMusulman.pdf

De esta obra extraeremos algunos párrafos referidos a la masacre de Jaibar y sus  antecedentes

Citamos: 

En 622 Medina estaba habitada por diversas tribus judías; las más importantes eran las de Banu Nadir, Banu Qurayza y Banu Qaynuqa. Había asimismo paganos árabes divididos en dos clanes, los Aws y los Jazrach. También los judíos estaban divididos, pues los Nadir y los Qurayza eran aliados de los Aws, mientras que los Qaynuqa lo eran de los Jazrach. Años de feroces y sangrientas luchas habían dejado a ambos bandos exhaustos.

Mahoma llegó allí en septiembre de 622. Según se cuenta, poco después de su llegada logró establecer una especie de confederación entre los diversos grupos de Medina y los provenientes de La Meca. Ibn Ishaq describe así el documento conocido como la Constitución de Medina: “El mensajero de Dios redactó un documento entre los emigrantes [es decir, los seguidores musulmanes de Mahoma provenientes de La Meca] y los Ánsar [los nuevos conversos de Medina], en el que se incluía un convenio con los judíos que reconocía su religión y posesiones y fijaba sus derechos y obligaciones”.

Según algunos eminentes estudiosos esta constitución muestra que, ya desde un principio, Mahoma estaba predispuesto en contra de los judíos. A juicio de Wellhausen, revela «un cierto recelo hacia los judíos», mientras que Wensinck cree que «Mahoma redactó la constitución con el único fin de neutralizar la influencia política de los clanes judíos; estaba ganando tiempo hasta que llegara la oportunidad de someterlos». Moshe
Gil opina lo siguiente: “Gracias a su alianza con las tribus árabes de Medina, el profeta adquirió la suficiente fuerza para ejecutar gradualmente una política antijudía, a pesar de la renuencia de sus aliados de Medina. [...] De hecho, esta ley inter-tribal [es decir, la Constitución de Medina] perseguía el propósito de expulsar a los judíos aun en el momento de su redacción. Por otra parte, el documento no fue un convenio con los judíos. Por el contrario, era una declaración formal del intento de separar los clanes árabes de Medina de sus vecinos judíos, que hasta el momento habían estado a su misma altura.

En un principio Mahoma se vio obligado a proceder con cautela porque no todos los habitantes de Medina lo habían recibido bien, y su posición económica era débil. Lo disgustaba además el hecho de que los judíos no aceptaran su condición de profeta. Mahoma empezó, pues, a enviar a sus hombres a incursiones de pillaje…..El propio Mahoma condujo tres expediciones que atacaron sin éxito a caravanas de La Meca que se dirigían a Siria o regresaban de ésta. El primer éxito sobrevino en Nakhla, cuando los / musulmanes —esta vez, sin la presencia de Mahoma— atacaron a los habitantes de La Meca durante el mes sagrado, cuando está prohibido todo derramamiento de sangre. Mataron a un mecano, tomaron prisioneros a otros dos, y se llevaron un gran botín a Medina. Pero, para gran sorpresa de Mahoma, muchos medineses se horrorizaron por la profanación del mes sagrado. No obstante, Mahoma aceptó un quinto de las ganancias mal habidas y, para calmar su conciencia culpable, «recibió» convenientemente una revelación «que justificaba las acciones de guerra aun en los meses sagrados, como un mal menor que la hostilidad contra el islamismo». El sura 2.217 dice: «Te preguntarán si es lícito hacer la guerra en el mes sagrado. Responde: hacer la guerra en ese mes es pecado grave, pero más grave es obstruir el camino hacia Dios, apartar a los hombres del templo sagrado y expulsar de él a Su pueblo; esto es más grave que matar.» Mahoma aceptó enseguida un rescate de cuarenta onzas de plata por cada prisionero.

Más o menos en esta época, el jefe de los Aws, Saad ibn Mu'adh, decidió apoyar a Mahoma y tomar parte incluso en las incursiones de pillaje. Así fue como algunos medineses empezaron lentamente a aceptar a Mahoma, pero los judíos continuaban rechazando su proclamada condición de profeta y comenzaron a criticarlo, diciendo que algunos pasajes de sus revelaciones contradecían sus propias escrituras. De nada sirvió que Mahoma aceptara algunas de las prácticas judías: el profeta comprendió muy pronto que los judíos representaban un verdadero peligro para su creciente poder en Medina.

Mientras tanto, Mahoma sólo estaba esperando una excusa apropiada para atacar a los judíos. Con motivo de una estúpida riña ocurrida en el mercado, la tribu judía de los Banu Qaynuqa se vio asediada en su asentamiento. Como bien señala Muir, Mahoma no hizo nada para solucionar el pequeño incidente que había desencadenado la disputa, por más que estaba obligado a ello por el tratado de amistad. «Y, si no hubiera habido una implacable enemistad y la predeterminación de acabar con los israelitas, las diferencias se habrían superado fácilmente.» Finalmente los judíos se rindieron, y se hicieron los preparativos para ejecutarlos. Pero el jefe del clan Jazrach, Abdallah ibn Ubayy, intercedió por ellos y Mahoma, no sintiéndose lo bastante fuerte para rechazar tal petición, tuvo que consentir. Los Banu Qaynuqa fueron expulsados de Medina y acabaron por establecerse en Siria. Sus propiedades se repartieron entre el ejército, después de que Mahoma hubo recibido su quinto real. En esta ocasión Mahoma recibió los versos que forman parte del sura 3.12-13: «Di a quienes no creen: "Seréis vencidos y conducidos al Infierno, ¡y qué infame lugar es éste para habitar en él!"»

A la mañana siguiente del asesinato de Kab, el profeta ordenó: «Matad a cualquier judío que caiga en vuestro poder.» Así fue como Muhayyisa ibn Masud se topó con Ibn Sunaya, uno de los comerciantes judíos con quienes su familia tenía relaciones sociales y comerciales, y le dio muerte. Cuando su hermano le reprochó su conducta, Muhayyisa le replicó que, si Mahoma le hubiera ordenado matar a su propio hermano, él lo habría hecho. Tras esto, su hermano Huwayyisa, que aún no era musulmán, se convirtió al islamismo diciendo: «¡Una religión que te lleva a hacer esto es en verdad maravillosa!» Estos asesinatos ilustran fielmente «el implacable fanatismo en que desembocaron las enseñanzas del profeta».

Necesitado de una victoria, Mahoma decidió atacar a los judíos de la tribu de Nadir, los cuales, según se decía, habían manifestado su contento por la derrota sufrida por Mahoma. Con el pretexto de que había recibido una advertencia divina sobre su intención de asesinarlo, Mahoma les ordenó marcharse de Medina en un plazo de diez días so pena de muerte.

Tras un asedio de varias semanas, los judíos se rindieron y se les permitió marcharse; fueron, pues, a reunirse con los judíos de Jaybar, sólo para ser masacrados dos años más tarde. El sura 59 se refiere largamente a esta victoria sobre los judíos. El profeta conocía bien las riquezas de los expulsados Nadir, cuyas tierras se repartieron entre los musulmanes; la parte que le tocó a Mahoma le permitió independizarse económicamente.

En 627 los mecanos y sus aliados atacaron Medina. El asedio duró sólo dos semanas y se conoció más tarde como la batalla del Foso. La única tribu judía que quedaba en Medina, la de los Banu Qurayza, contribuyó a la defensa de la ciudad, pero en términos generales se mantuvo neutral. Aun así se cuestionó su lealtad y, como era de prever, después del asedio Mahoma se volvió contra ellos. Comprendiendo que no tenían ninguna posibilidad de sobrevivir, los Banu Qurayza aceptaron rendirse con la condición de que dejarían Medina con las manos vacías. Mahoma rechazó su oferta y exigió una rendición incondicional. Los judíos apelaron entonces a su antigua amistad con los Aws y pidieron que se diera permiso a Abu Lubaba, un aliado de dicha tribu, para visitarlos. Al preguntarle cuáles eran las intenciones de Mahoma, a modo de respuesta Abu Lubaba hizo el gesto de cortarse la garganta; con ello quería indicar que debían luchar hasta el fin ya que lo único que podían esperar era la muerte. Por último, tras varias semanas, los judíos se rindieron con la condición de que fueran sus aliados, los Aws, quienes decidieran su suerte. Éstos se inclinaban por la misericordia, pero Mahoma tomó la determinación de que la suerte de los judíos fuera decidida por uno de los Aws, y nombró para ello a Saad ibn Mu'adh. Saad padecía de una herida sufrida en la batalla del Foso, y sus palabras fueron: «Mi decisión es que se dé muerte a los hombres, se venda a las mujeres y los niños como esclavos, y se repartan sus posesiones entre el ejército.» Mahoma hizo propio el veredicto: «En verdad el juicio de Saad es el juicio de Dios pronunciado desde lo alto de los siete cielos.»
Durante la noche se cavaron en la plaza del mercado fosas suficientes para contener los cuerpos de los hombres. Por la mañana, Mahoma ordenó que condujeran a ella a los cautivos en grupos de cinco o seis, y él mismo presenció la ejecución. Se hizo sentar a cada grupo al borde de la fosa destinada a ser su tumba, y allí se los decapitó y se lanzaron los cuerpos a la fosa. [...] La carnicería, que había comenzado por la mañana, se prolongó durante todo el día y continuó al atardecer a la luz de las antorchas. Cuando la plaza del mercado quedó bañada en la sangre de setecientas u ochocientas víctimas, y tras haber ordenado que alisaran la tierra sobre sus despojos, Mahoma abandonó el terrible espectáculo para ir a solazarse con los encantos de Rihana, cuyo marido y todos sus familiares hombres acababan de perecer en la masacre.

Se dividió el botín, se regaló a las muchachas jóvenes como esclavas, se vendió a las mujeres y se subastaron las posesiones. Y, por supuesto, de los cielos llegó una revelación para justificar el severo castigo impuesto a los judíos; el sura 33.25: «Hizo bajar de sus fortalezas a los judíos que habían apoyado a aquéllos. Y sembró el terror en sus corazones. A unos matasteis, a otros hicisteis cautivos.» Los historiadores modernos han adoptado diferentes posiciones ante tan manifiesta crueldad, barbarie e inhumanidad.

Después del exterminio de los judíos de Banu Qurayza, Mahoma prosiguió……Un grupo de los expulsados Banu Nadir se había establecido en Jaybar, un oasis cercano, y se sospechaba que animaban a las tribus beduinas a atacar a los musulmanes.

Mahoma ordenó entonces que mataran al jefe de los judíos, Abi'l Huqayq, y sus hombres lo asesinaron mientras dormía. Dándose cuenta de que este asesinato no había resuelto sus problemas, Mahoma trazó un nuevo plan. Envió así una delegación a Jaybar para persuadir a su nuevo jefe, Usayr ibn Zarim, de que acudiera a Medina para discutir la posibilidad de ser nombrado gobernante de Jaybar. Se le dieron para ello solemnes garantías de que su vida estaría a salvo. Usayr partió para Medina, desarmado, con treinta de sus hombres. En el camino, y con el más fútil de los pretextos, los musulmanes se arrojaron sobre sus desarmados invitados y les dieron muerte a todos salvo a uno que logró escapar. A su regreso se presentaron ante Mahoma, quien, al conocer la suerte corrida por los judíos, dio las gracias y dijo: «En verdad, el Señor os ha librado de una gente perversa.» En otra ocasión, Mahoma expresó su concepto de la guerra: «La guerra es engaño.»

Mahoma y sus hombres atacaron entonces una a una las fortificaciones que se alzaban en el valle, al tiempo que gritaban: «¡La victoria será vuestra! ¡Matad, matad!» Las fortalezas fueron cayendo una tras otra, hasta que los musulmanes llegaron a Jamus, que también acabó por sucumbir. El jefe de los judíos, Kinana ben al-Rabi, y su primo fueron conducidos ante Mahoma, quien los acusó de ocultar el tesoro de los Banu Nadir. Los judíos protestaron que ya no les quedaba nada de aquel tesoro. Entonces (y cito aquí la venerada biografía del profeta hecha por Ibn Hisham) «Mahoma puso a Kinana en manos de al-Zubayr, uno de los hombres del profeta, y le indicó a éste: "Tortúralo hasta extraerle la verdad." Al-Zubayr encendió con pedernal un fuego en su pecho, hasta que el hombre expiró. Entonces el enviado [Mahoma] se lo entregó a
Muhammad ibn Maslama, quien lo decapitó en venganza por su herma-no Mahmud ibn Maslama.»

Luego se atacó a las otras fortalezas de Jaybar y se las obligó a rendirse con condiciones, «excepto la de los Nadir, a quienes no se les dio cuartel».


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